viernes, 3 de abril de 2015

De política y elecciones

¿A  qué nos referimos cuando hablamos de "política"? Desde que vine a vivir a España hace muchos años, me ha llamado la atención la diferencia entre lo que significa para mí y lo que la mayoría de la gente parece querer decir con la palabra - sobre todo cuando dicen que "no me interesa la política". Si "la política" sólo es decidir qué partido es el mejor, o el menos malo, o el más ingenioso en cuanto a descalificaciones (de los otros) y ensalzamientos (propios), desde luego que no tiene demasiado interés.

Confieso que cuando informé de la Charla sobre Energía que organizamos hace algún mes, no fui completamente sincera cuando decía que "no era nada político". Porque en el fondo pienso que las cuestiones sobre diferentes modelos energéticos, sí es POLITICA. Igual que todas las cuestiones acerca de cómo organizamos nuestro mundo común.

Hablando sobre esto con Concha, le pedí que escribiera un artículo sobre el concepto de Política desde una perspectiva histórica.  Me lo ha mandado hoy. Me parece muy interesante; se lo agradezco mucho.

Lena
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De política y elecciones

La palabra política en la antigua Grecia significaba organización y administración de la ciudad (polis en griego) y se oponía a la economía, regulación del ámbito familiar (oikos en griego es casa), con lo que la política se refería al ámbito público mientras que la economía a la esfera privada; al menos hasta que la evolución de la polis, el cambio en las estructuras tradicionales  y la complejidad de las instituciones hacen necesario extender el concepto de economía a la ciudad. Como dato curioso añadir que, hasta el ocaso de la polis,  en la segunda mitad del s. iv a. C., el comercio, el préstamo, la moneda etc. (crematística se llamaba entonces), estaba en manos de los extranjeros (metecos).

Ambos aspectos concernían por igual a todos y cada uno de los ciudadanos, todos participaban de la política (todos los hombres libres, por supuesto, no extranjeros, ni mujeres ni esclavos). Aristóteles dice en la Política que la realización del individuo, en la cual conseguiría la felicidad plena, era la polis; todas las otras ordenaciones inferiores, la casa entre ellas, no eran más que potencias que tenían que desarrollarse hasta llegar al acto, la polis. De ahí la definición aristotélica del hombre como animal político (zoon politikon), que mejor traduciríamos como animal urbano, pues la polis era la organización sociopolítica propia del ser humano, y a todo ciudadano concernía pues la política.

La democracia fue la forma de gobierno que se estableció en Atenas para sustituir los anteriores modelos oligárquicos (basados en la desigualdad económica) y  buscaba la masiva participación ciudadana en condiciones de igualdad y de forma directa y personal, a diferencia de nuestras democracias modernas en las que delegamos la totalidad de las responsabilidades de gobierno en representantes elegidos cada cuatro años (por eso las llamamos indirectas y representativas).

La democracia ateniense fue un sistema bastante duradero (200 años) y estable  (a pesar de sufrir varias reformas) y, sin entrar en detalles prolijos sobre sus instituciones, nos referiremos esencialmente a la participación de los ciudadanos:

Los cargos políticos eran elegidos por sorteo en una gran mayoría de casos, eran rotatorios y anuales y muchos de ellos solo podían ser ejercidos una vez en la vida. Solo el 10% de los magistrados eran elegidos por votación (los más especializados) y, contra lo que pueda pensarse, la elección por sorteo fue aumentando a lo largo del tiempo porque se consideraba más  democrático, permitía que cualquier ciudadano pudiera participar en la política de la ciudad y no solo las élites o personas con mayor don de palabra; el sorteo evitaba la profesionalización de los políticos, la compra de votos etc. Además todos los cargos eran colegiados (en equipo) y se consideraba que siempre habría alguien preparado que enseñara a los demás. También había un sistema mixto, se hacía un sorteo entre los más votados.

En la Asamblea, que se reunía diez veces al año, podían participar hasta 30.000 ciudadanos (en algunas épocas incluso el doble), el quórum era de 6.000. El voto de todos era igualmente válido, y un ciudadano normal, sin cargos, podía intervenir cuando quisiera, pidiendo la palabra claro, y hacer propuestas de cualquier índole. Los ciudadanos también participaban en el Consejo y en los tribunales de justicia. Los que no participaban en política eran despreciados y considerados “inútiles” y “vagos”.

 Los cargos electos estaban sometidos a revisión antes de desempeñar el cargo y también al salir. Y podían ser destituidos en cualquier momento en una reunión de la Asamblea. Eran considerados más servidores que representantes, podían ser castigados o destituidos, al contrario que los ciudadanos cuando participaban en una asamblea o un jurado, que eran absolutamente soberanos y no debían rendir cuentas. Todos los cargos eran remunerados en función de las jornadas empleadas en la política.

He querido compartir estos datos y reflexiones de la antigua democracia ateniense, a instancias de Lena, que me animó a hacerlo para subrayar el hecho de que el concepto de política no tiene por qué relacionarse con la disputa partidista y los posicionamientos ideológicos, y menos a nivel local; si miramos más allá vemos que, en otras épocas y lugares, la política es entendida como civismo y responsabilidad ciudadana, nos incumbe a tod@s, quién puede decir que no le importa la política o que pasa de ella cuando por ejemplo política local es desde la calidad del aire que respiramos, del agua que bebemos, hasta las ayudas sociocomunitarias a nuestros mayores, pasando por la accesibilidad de las calles, la higiene pública  etc.

Otra cosa es que la participación ciudadana haya quedado relegada a meter una papeleta en una urna cada cuatro años y poco más, que muchos equipos de gobierno municipales se perpetúen avalados por el 50% de los votantes o menos, que muchos votantes fuera de los partidos mayoritarios se ven excluidos literalmente  de la vida municipal, que no haya procedimientos reales para incluir propuestas  ciudadanas o iniciativas vecinales, ni siquiera para escucharlas, cuando en muchos de nuestros pueblos sería perfectamente factible una democracia no delegada, sino directa y participativa.


Concha Santiago

1 comentario:

  1. Muchas gracias Concha por la aclaración , siempre es agradable leer tus enriquecedores artículos.

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