sábado, 25 de abril de 2015

Elecciones locales, oportunidad de cambio global

Hace una semana vinieron dos amigos, Luis y Mimi, a conocer Navaluenga. Dimos un  paseíto por el pueblo, disfrutamos del campo - y hablamos mucho. Entre otros muchos temas muy interesantes me contaron de la Red de Municipios Sostenibles. Pedí a Luis que nos escribiera un artículo sobre ello, y aquí está. Muchas gracias. (L)
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El modelo energético español es derrochador, caro, poco eficiente, injusto y extremadamente dependiente de suministros externos. Me explicaré poniendo algunos ejemplos y argumentaré que el período electoral que se avecina abre para todos grandes oportunidades para obtener una mayor calidad de vida con mucho empleo.

Territorio desordenado y urbanismo disperso

Nuestro país, como muchos otros países occidentales, ha crecido de un modo desequilibrado: desde que empezó el desarrollo industrial de los años 60, la población ha ido abandonando los pueblos para concentrarse en grandes ciudades, de modo que los servicios (sanitarios, educativos, bancarios, etc.) se concentran en las grandes urbes mientras escasean en las zonas rurales, lo que obliga a organizar el desplazamiento por carretera de los usuarios de dichos servicios.
Las ciudades, a su vez, han adoptado un modelo de urbanización difusa, expandiéndose en el territorio con áreas separadas dedicadas a la industriales, áreas comerciales y de ocio. El vehículo privado y los sistemas de telecomunicaciones han permitido difuminar la noción de distancia y habitar el territorio de forma difusa. Los movimientos de personas que se desplazan en su vehículo privado, desde su domicilio a su lugar de trabajo, al centro comercial de las afueras o a su segunda residencia, son tan familiares y estamos tan habituados a ellos como a los atascos que generan.

El caos del transporte

La red de ferrocarriles convencionales fué desmantelada en la década de los años 80, alegando falta de rentabilidad económica, sin tener en cuenta la rentabilidad social de esa red de comunicaciones. El transporte de personas ha sido reemplazado por líneas de autobuses que se atienen exclusivamente a criterios de mercado, dejando a las poblaciones menos habitadas sin transporte. La apuesta por el transporte de viajeros en alta velocidad, que ha consumido enormes inversiones, se ha revelado fallida y carente de perspectiva social. También el transporte de mercancías se desplazó desde los años 80 a la red de carreteras que, desde entonces no ha dejado de crecer. Un derroche de energía, si se compara la capacidad de carga de un vagón de tren con las escasas 25 toneladas que puede transportar un camión.

Combustibles fósiles: una adicción contaminante

Nuestra economía se basa pues en el derroche de energía, sobran ejemplos. El modo en que producimos y consumimos productos, el modo en que nos desplazamos o nos calentamos, por ejemplo, es insostenible, porque lo hacemos quemando grandes cantidades de combustibles fósiles.
El consumo de combustibles fósiles libera a la atmósfera gases tóxicos (SO2, NO, CO, etc.) y gases que causan el efecto invernadero (CO2 y CH4 fundamentalmente). Las centrales eléctricas que utilizan gas, carbón o gasóleo para producir electricidad envían a la atmósfera miles de toneladas de gases contaminantes, al igual que las fábricas que queman combustibles para producir cemento, acero o para tostar cacahuetes.

En España somos adictos al petróleo, el carbón y el gas, que son combustibles contaminantes, finitos y no renovables. La inmensa mayoría de la energía que utilizamos procede de estos combustibles fósiles, que tenemos que comprar en los mercados exteriores en su totalidad, porque no tenemos esos recursos en nuestro territorio. Si se interrumpiera la extracción de combustibles fósiles, la economía española padecería un colapso global de impredecibles consecuencias, como también lo sufriría el resto de la civilización humana.

Tenemos energía renovable de sobra

Sin embargo, España tiene un potencial inmenso en la producción de energía eléctrica a partir de fuentes renovables, la fotovoltaica, obtenida de la luz del sol y la eólica, obtenida del viento. Tenemos la posibilidad de aprovechar las 2500 horas de sol que cae en promedio en cualquier punto de España y los abundantes vientos que soplan en toda nuestra geografía. También tenemos la tecnología para aprovecharla, con empresas muy activas acuerdos de I+D con múltiples universidades.

¿Qué sentido tiene gastar, anualmente, en torno a 43000 millones de euros en importar productos petrolíferos para ser quemados? Ese gasto es un lastre negativo en nuestra balanza comercial, que agrava el déficit endémico de una economía en recesión. ¿No sería mejor invertir en la transición hacia una economía basada en energías renovables y, además, una economía autónoma y soberana, no dependiente de los mercados fósiles exteriores? ¿Gastar o invertir? Ese es el dilema que tenemos que resolver.

Es un desgracia que nuestras empresas tecnológicas hayan tenido que emigrar, a pesar de ser pioneras en este sector, ante el bloqueo impuesto por el oligopolio energético. Para imponer una política energética regresiva, que va en dirección contraria a la lógica y a los intereses nacionales, las empresas del oligopolio cuentan con la complicidad de los sucesivos gobiernos del PP y del PSOE, que tienen a sus antiguos altos cargos en sus consejos de administración para utilizar su capacidad de influencia.

Control democrático y justicia energética

Nuestro sistema energético, además de ser insostenible ambientalmente y comprometer nuestra soberanía política, es caro, condena a millones de personas a soportar las inclemencias del tiempo en condiciones indignas e impide el control democrático de la energía. En el sector eléctrico, por ejemplo, Iberdrola, Endesa y Gas Natural Fenosa, que controlan el 92% la producción, distribución y comercialización de la electricidad, imponen la política de precios y las tarifas de la luz. En el mercado del gas natural, el 96% de los clientes son de Gas Natural Fenosa, Endesa, EDP e Iberdrola. Siempre los mismos nombres, tras los que se oculta el poder de las grandes instituciones e inversores financieros.

La energía es cara en España. Sólo hay dos países europeos con la electricidad más cara: Chipre y en Malta, dos islas pequeñas y con pocos recursos. Las empresas del oligopolio dicen que los altos costes de la electricidad se deben a las subvenciones a las renovables y a impuestos ajenos a la producción de energía. Pero no hay nada más falso que esta imputación: para fijar el precio de la electricidad, las renovables entran en el mix energético a coste cero. De hecho, cuando la meteorología es favorable a la producción renovable, el precio de la electricidad baja. Además, hace tiempo ya que la producción de energías renovables alcanzó la paridad de costes con las energías del régimen general. No son más caras.

Lo que ocultan las empresas del oligopolio es que, haciendo las cuentas bien, las energías convencionales son en realidad mucho más caras que las renovables si se tienen en cuenta los costes que ahora están externalizados. Por ejemplo: ¿cuál es el coste de la lluvia ácida, que quema los cultivos agrícolas y los bosques, causada por las emisiones de SO2 y CO2 de las centrales térmicas de Carboneras, Aboño, As Pontes y Andorra, por ejemplo? ¿quién paga esos daños?; ¿cuánto nos está costando el almacenamiento de los residuos de las centrales nucleares? ¿de dónde van a salir los 700 millones de inversión estimada para construir el almacén de residuos ATC de Villar de Cañas?; ¿por qué hemos tenido que pagar todos los españoles los millones que ha costado el fallido depósito subterráneo de gas natural de El Castor? Con esa estrategia comercial es fácil hacer negocios: disponer de una masa enorme de clientes cautivos, obtener precios altos sin competencia, privatizar los beneficios y socializar los daños y sus costes.

Elecciones, una oportunidad de cambio

Las próximas elecciones abren un futuro de esperanza para vivir mejor en todos los municipios y ciudades. Alguien puede pensar que arreglar el sistema energético español es una tarea demasiado grande y que se puede hacer poco desde un pequeño municipio como Navaluenga. Pero no es cierto. La política municipal es la plataforma desde la que se pueden desarrollar iniciativas energéticas con efectos más poderosos.
Las medidas de ahorro energético en el municipio, la rehabilitación de edificios municipales y viviendas, la instalación de sistemas de generación eléctrica renovable en el municipio, por ejemplo, constituyen un gran nicho de empleo local. Pensar globalmente y actuar localmente, esa es la clave. Hay mucho que hacer.

Las candidaturas y grupos políticos, que concurren a las elecciones municipales de Navaluenga, pueden sumarse a la campaña llamada "Municipios Social y Ambientalmente Sostenibles". La iniciativa está promovida por la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético y la Fundación Renovables para obtener el compromiso de desarrollar políticas energéticas positivas contenidas en un plan estratégico y 12 medidas concretas. La iniciativa se está extendiendo a muchos municipios de toda España y un numeroso grupo de partidos ya han decidido que toda su organización asuma el compromiso contenido en el Manifiesto.

Esta es la página web de la campaña:  https://municipiossostenibles.wordpress.com

Esperamos que los grupos y coaliciones que optan al gobierno del ayuntamiento acepten este compromiso de mínimos y apliquen las estrategias y medidas contenidas en el Manifiesto, para formar y sensibilizar a las gentes de Navaluenga, ahorrar energía, favorecer la instalación de sistemas autosuficientes de generación de energías renovables, promover la movilidad sostenible y ayudar a las personas que están en situación de pobreza energética, entre otras medidas recogidas en el compromiso.

Luis González
Plataforma por un Nuevo Modelo Energético

1 comentario:

  1. Muy buen análisis. Espero que entre todos podamos cambiar el actual modelo energético aunque empecemos por pueblos pequeños como el nuestro.

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